Los programas que intervienen en las expectativas del profesorado aumentan el bienestar emocional y mejoran el rendimiento académico de los alumnos más desaventajados. El informe ¿Son efectivos los programas que intervienen en las expectativas del profesorado con respecto a su alumnado? recomienda plantear tareas exigentes y brindar oportunidades de aprendizaje a todo el alumnado, proporcionar un feedback útil y positivo, y trabajar aspectos socioafectivos.

¿Cómo se pueden aplicar estas estrategias de manera efectiva en los centros? Patrícia Rey, directora de la escuela Samuntada de Sabadell, y Rosa Clar, directora del Instituto Tordària de Tordera, ofrecieron algunos ejemplos en el marco del acto “Creo en ti. ¿Cómo crear un centro acogedor y con altas expectativas con respecto a los alumnos?” Para ello, dialogaron con el autor del informe, el doctor en Psicología de la Educación Marc Lafuente, y con Jordi Pàmies, doctor en Antropología Social y Cultural e investigador en educación.

A continuación recuperamos cinco elementos clave que surgieron en el debate:

1. Generar altas expectativas pasa por tener claustros estables y tiempo

Las condiciones para que maestros y profesores tengan altas expectativas con respecto a todos sus alumnos pasan, según Rey y Clar, por tener claustros estables y cohesionados, y tiempo de coordinación. “Las directoras no podemos hacer nada si estamos solas”, manifiesta Clar, sino que “todo el mundo tiene que sentirse representado en el proyecto y desempeñar un rol definido dentro del centro”. En su instituto, hace tres años que disponen de un equipo estable, y eso les ha permitido, asegura, “reflexionar entre todos hacia dónde íbamos” y dar un impulso a todo lo que habían empezado a trabajar.

La cohesión entre los docentes, añade Rey, también se transmite en el aula. “Si queremos tener altas expectativas con respecto a los alumnos, también debemos tenerlas respecto a nosotros mismos y nuestros compañeros”.

2. Dedicar tiempo a diseñar los grupos clase y de trabajo

“La confección del grupo clase, que tiene que ser necesariamente heterogéneo, es uno de los elementos más importantes para que todo funcione”, asegura Clar. Por eso pide invertir el tiempo que sea necesario, especialmente en los cambios de etapa como el paso de primaria a secundaria, y también a la hora de diseñar equipos cooperativos. “Tenemos que hablar de qué potencialidades tiene cada niño y de qué manera lo podemos ayudar”, detalla. Agrupar a los niños y niñas a partir de este conocimiento previo “es la única manera de que todo el mundo se sienta reconocido”.

3. La evaluación, uno de los momentos más importantes del curso

“La evaluación tiene que generar confianza”, afirma Rey. En su centro dedican tres semanas al final de cada trimestre a preparar la evaluación y el retorno a los estudiantes. En este sentido, propone un cambio de mirada para dejar de “cuantificar los saberes” y fijarse “en el grado de adquisición de estos saberes”. También propone no fijarse solo en las carencias, sino también valorar los progresos de los estudiantes y hacerles propuestas para que puedan seguir avanzando. “Es imprescindible escuchar al alumno para que confíe en ti”, expresa. Involucrarlo, añade, también genera un diálogo con las familias, especialmente con las que no están familiarizadas con esta manera de evaluar más competencial.

4. El equipo docente, a la una

La directora del Instituto Tordària aconseja elaborar un documento de referencia para que los docentes comuniquen al alumnado qué hace bien y qué hace mal de forma asertiva. “Es imposible asegurar que nadie presente resistencias, aunque sean inconscientes, pero sí que debemos compartir una manera de ayudar a los estudiantes a tomar conciencia de sus aciertos y sus errores”. En el centro, además, procuran crear espacios para hablar de estrategias de mejora de la práctica docente. “Si estamos bien como equipo, es mucho más fácil que seamos críticos y que estemos dispuestos a mejorar”.

5. El acompañamiento del alumnado debe extenderse a la familia

Para realizar un buen acompañamiento al alumnado, asegura Clar, es imprescindible implicar a las familias. “Cuando trabajas con expectativas de éxito con todos los niños y niñas, los más desaventajados cada vez se ven menos diferentes en relación con el resto, pero en algunos casos nos encontramos con la resistencia de las familias a que sigan estudiando”, reconoce. El año pasado, tres de sus alumnos que habían acabado la ESO y se habían preinscrito en un estudio posobligatorio no formalizaron la matrícula tras perder el vínculo con el instituto durante el verano.