La autorregulación es ese proceso activo, constructivo, bajo el cual los estudiantes establecen sus objetivos de aprendizaje, monitorean, regulan su cognición, su motivación y su comportamiento.

Mediante la autorregulación, el estudiante construye un sistema personal de aprendizaje y se convierte en un aprendiz autónomo. La autorregulación va de la mano de la metacognición, que es la reflexion y comprensión que el alumno hace sobre su proceso de aprendizaje.

¿Son efectivos los programas de fomento de la autorregulación?

Las evidencias nos dicen que los programas de autorregulación del aprendizaje son los programas que muestran un impacto más alto y significativo entre todos esos programas que hasta la fecha han sido evaluados experimentalmente. El efecto que se observa de las estrategias de autorregulación es bastante transversal: Se observa en todas las materias evaluadas – matemáticas, ciencias, comprensión lectora – y también tanto en primaria como en secundaria. Son efectivos para todos los perfiles de alumnado, también aquel con perfil académico bajo o dificultades de aprendizaje.

Los contextos de aprendizaje en los cuales estos programas tienen un impacto más significativo son aquellos que preven interacciones dentro del aula. Es decir, los grupos cooperativos son los contextos de aprendizaje ideales para que se desenvolupen las estrategias de autorregulación.

Los programas de autorregulación son más efectivos en la medida en que están integrados en el contexto de aprendizaje, en el curriculum de la escuela. Y también tienen un impacto más significativo, en la medida en que se combinan diferentes estrategias de autorregulación: Estrategias cognitivas, estrategias de aprendizaje metacognitivas y motivacionales.

¿Cómo son los programas de autorregulación más efectivos?

Combinan diversas estrategias de autorregulación:

• Cognitivas: Dirigidas al aprendizaje, permiten memorizar, jerarquizar, relacionar conocimientos y aplicarlos para la resolución de problemas.
• Metacognitivas: Destinadas a reflexionar y comprender cómo se aprende y a ser capaces de desarrollar estrategias para aprender.
• Motivacionales: Dirigidas a dar valor al que se aprende, influyendo en las creencias y actitudes sobre el proceso educativo.

Se desarrolan en contextos de trabajo cooperativo en pequeños grupos donde los estudiantes pueden ayudarse mútuamente y explicitar su razionamiento a través de la discusión con otros alumnos o docentes. Eso se convierte particularmente necesario para hacer una evaluación formativa y formadora.

Se basan en la flexibilidad y la personalización, combinando varias estrategias didácticas para responder a la variedad de estilos de aprendizaje del alumnado.

Son transversales a todo el curriculum, es decir, todas las materias participan en el objetivo de mejorar la competencia de autorregulación del aprendizaje.