Las actividades extraescolares pueden ser una herramienta clave para reducir las desigualdades educativas y el abandono escolar: mejoran los resultados escolares y generan una mayor motivación y predisposición al aprendizaje.

Las actividades extraescolares, entendidas como aquellas realizadas por niños y jóvenes fuera del horario lectivo entre semana, experimentaron un crecimiento notable con la incorporación de las mujeres al mercado laboral. Más recientemente, fueron adquiriendo valor como recursos educativos que pueden ampliar el aprendizaje de los niños, así como compensar las desigualdades educativas de aquellos niños de entornos más desfavorecidos, ya sea mediante programas de contenido académico u otros programas donde se trabajan diferentes tipos de habilidades sociales, valores o actitudes. Sin embargo, las actividades extraescolares se han convertido en un espacio de reproducción de desigualdades sociales, ya que el capital socioeconómico de la familia es uno de los principales factores de desigualdad en el acceso a estas actividades. Además, existe una oferta de actividades extraescolares muy heterogénea, con una gran diversidad de proveedores y calidad de estos servicios, lo que provoca una importante variabilidad de impacto en los aprendizajes. No todos pueden acceder a ellas ni en las mismas condiciones.

¿Sirven las actividades extraescolares para mejorar los resultados académicos de los niños y jóvenes? ¿Y para mejorar las competencias socioemocionales?

¿Cuáles son los programas extraescolares que tienen un mayor impacto en los aprendizajes según las evidencias internacionales?

¿Existen diferencias entre las actividades deportivas, artísticas o centradas en contenido académico en el impacto que generan?

¿Es igual en la educación primaria o secundaria?

¿Sirven para reducir las desigualdades educativas que afectan al alumnado más vulnerable?

¿Cómo podemos brindar más oportunidades educativas a niños y jóvenes a través de las actividades extraescolares?